El dirigente político del Partido Revolucionario Moderno, Guido Goméz Mazara advirtió que las aspiraciones a destiempo a lo interno de esa organización podrían fragmentar la unidad en la gestión gubernamental y repercutir en la autoridad del presidente Luis Abinader.
De modo que en una carta enviada a José Ignacio Paliza, presidente del PRM, solicitó una convocatoria para discutir esos temas desde la lógica de la prudencia y evitar impugnaciones en amplios segmentos de la sociedad.
Pues consideró que así como las dos victorias consecutivas que obtuvo el partidos oficialista en las pasadas elecciones generales pueden generar una satisfacción, también pueden llevar a los perremeístas a alejarse de la serenidad, algo que a su juicio provoca una desconexión con las preocupaciones reales de la ciudadanía.
Guido Goméz Mazara, quien recientemente fue designado como presidente del Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones, aclaró que un decreto no cambia sus convicciones, por lo que enfatizó en que sus compañeros deben reflexionar sobre las «causas que condujeron a las derrotas a sus adversarios».
Recordó que precisamente la «falta de sensatez» de los actores políticos fue lo que sacó del poder.
«El ojo ciudadano se torna rudo ante la falta de sensatez de sus actores políticos. Por eso, los sanciona. Inclusive, el aplauso y respaldo a la causa política del PRM están asociados al dislocamiento y falta de humildad de los que se creyeron eternos inquilinos de la sede presidencial», citó Guido Goméz Mazara.
A continuación la carta íntegra de Guido Goméz Mazara:
Apelo al espíritu de racionalidad política y lectura provechosa de los errores históricos para trasladarte, por la esencia condición de autoridad institucional, preocupaciones que se desprenden de la fatal manía que afectan las fuerzas electorales victoriosas cuando ejercen el gobierno sin definir con claridad lo general sobre las agendas particulares.
Dos victorias consecutivas, en los ámbitos municipales, congresuales y presidencial, provocan la enorme satisfacción de metas alcanzadas, pero deben conducirnos a interpretaciones objetivas sobre las causas que condujeron a derrotas de los adversarios. Y en un alto porcentaje, el entusiasmo triunfal nos aleja de la serenidad.
Ambos estuvimos presentes en la reunión sostenida por los calificados (por la ligereza aspiracional y complicidad comunicacional) bajo la condición de presidenciables, horas después de una contundente victoria.
Admito que, estableciste con claridad la presencia tuya en condición de presidente de la organización, siendo testigo de excepción de lo tratado y todo lo relativo a los plazos de actuación partidaria, obedientes a las normas internas.
Los avatares del funcionariado, ocupaciones y deseos de hacer las cosas bien dificultan las sistemáticas reuniones planteadas y generan el riesgo de que la falta de comunicación desborde el marco de actuación.
En consecuencia, y sin desearlo, lo principal (apoyar las reformas planteadas por el poder ejecutivo) se posterga por tareas inmediatas sin aparente brújula, destinadas a calcar esquemas de comportamientos que nos pueden sacar del corazón y respeto de los ciudadanos.
Por eso, el cuidado y la delicadeza que deben mostrar actores partidarios, con legítimas aspiraciones y sin pretender burlar el elemental sentido de observación de una ciudadanía que difícilmente acepte las intenciones presidenciales fundamentadas en cargos públicos, materia prima de sospechas y con precedentes funestos dentro de la cultura clientelar.
Vuelvo por los senderos del compromiso institucional, solicitándote una convocatoria que nos coloque en la lógica de la prudencia, evitándonos impugnaciones en amplios segmentos de la sociedad que no se dejan confundir por estrategias de manipulación, voces alquiladas e inversión de recursos en el malsano interés de convertir en milagro el barro.
El ojo ciudadano se torna rudo ante la falta de sensatez de sus actores políticos. Por eso, los sanciona.
Inclusive, el aplauso y respaldo a la causa política del PRM están asociados al dislocamiento y falta de humildad de los que se creyeron eternos inquilinos de la sede presidencial. Me preocupan las aspiraciones a destiempo porque terminan fragmentando la unidad alrededor de la gestión gubernamental y corroen la noción de autoridad presidencial. Ahora, lo que importa es el conjunto. De paso, las pitias de los otros, siempre servirán como referencia que nos ilustra: ni el dinero, ni el manejo de nómina hacen presidentes.
Todo el que me conoce sabe que un decreto no cambia mis convicciones.