Este jueves 30 de noviembre se celebra el Día de San Andrés, una tradición que se ha ido perdiendo con el tiempo, en la que las personas solían lanzar huevos, harina y agua como parte de la tradición.  

La celebración llegó con los colonizadores españoles. La fecha marcaba el inicio de los aguinaldos navideños y durante este día eran común los enfrentamientos entre niños y jóvenes, por lo regular a la salida de las escuelas. 

Las nuevas generaciones no celebran esta tradición. Solo la conocen por las historias que les cuentan sus padres y abuelos. 

En su libro “El juego de San Andrés: génesis, evolución y feliz ocaso”, el doctor Castro Ventura expresa que esta festividad “Es una tradición añeja cuyo recuerdo no debe zozobrar en el muladar de la historia“. 

Agrega: “Aunque no somos partidarios de una absurda reactivación de esta legendaria costumbre, debe constituir parte del necesario e insoslayable conocimiento del acontecer social pretérito, para refrendar las coyunturas sociales positivas y procurar no repetir aquellas que nada aportan a una convivencia civilizada”.

Quién fue San Andrés 

Andrés fue uno de los 12 apóstoles que seguían a Jesús. Nació en Betsaida (Palestina). Hermano de Simón, llamado Pedro, e hijo de un pescador llamado Jonás, fue discípulo de San Juan el Bautista. Al bautizar este a Jesús, Andrés exclamó: “¡He ahí al cordero de Dios!” y decidió seguir a Jesucristo.

La tradición cuenta que fue crucificado en una cruz en forma de “X” (crux decusata) donde estuvo predicando durante dos días. Sus restos habrían reposado en Patras, desde donde habrían sido trasladados a Constantinopla.