Las tarjetas de crédito las comparo con un martillo; puede uno construir una casa, o romper una cabeza. No depende de la herramienta, sino del uso que le demos. Quien bien la usa, no tiene que preocuparse, aunque quizá puede sacarle más provecho. Hoy hablaré de lo que no deberíamos hacer para que no nos perjudique su utilización:

1. Pagar más de lo que te beneficia: El costo anual de una tarjeta no debe ser tomado como bagatela. Tenerla nos trae beneficios, algunos no se pueden cuantificar, pero sí valorar. No tener que andar con efectivo, es uno clásico. La tranquilidad de poder pagar a pesar de no tener dinero en la cuenta. Usarla como fondo de emergencias. Y así otros. Sin embargo, el costo anual está muy ligado a los otros beneficios que nos trae la tarjeta, como el seguro de alquiler de autos, garantía extendida, descuentos, etc. Cada color de tarjeta, por definirlo de alguna forma, conlleva un costo y unos beneficios. Debemos ver cuáles utilizamos para saber si en verdad es la tarjeta que nos conviene.

2. Tener varias tarjetas, si no le sacamos beneficios por encima de su costo: Una sola tarjeta nos otorga los beneficios no cuantificables que mencioné en el punto anterior. Tener varias debe ser un ejercicio matemático. Cada tarjeta debe otorgarme beneficios únicos por encima de su costo. Descuentos que solo esa tarjeta me otorga, por ejemplo. ¿Consigo ahorrar más de lo que me cobran de renovación? Solo así vale la pena.

3. Retirar efectivo: Por lo general, esto conlleva un costo fijo por el retiro y un porcentaje de cargo de acuerdo al monto. Si estamos financiando la tarjeta, el interés que pagamos se va a las nubes. Nunca recomiendo utilizar esta opción. Necesitarla es un indicio de que mis finanzas no son asertivas.

4. No revisar el estado: Pudiera estar presentando cargos indebidos. O puede uno darse cuenta de servicios recurrentes que estamos pagando y no utilizando. La revisión de todos los cargos es primordial en el buen manejo de las amigas plásticas.

5. Desconocer el estado: Algunas palabras son técnicas y quizá nos lleven a confusión. Fecha de corte, fecha de pago, cargos bonificables, pago mínimo, etc. Cada uno de esos términos debe ser dominado, no solo para conocerlos, sino para saber qué significan y utilizarlos a nuestro favor.

6. Atrasarse en el pago: Los intereses generados por las tarjetas son altos, además de otros cargos que dependen de la institución y el mercado. No es lo mismo pagar mínimos que no pagar a tiempo, por ejemplo. Si nos atrasamos más de dos meses hay que buscar una solución alternativa. Y si esto es recurrente, usar una tarjeta de crédito no debe estar en nuestro repertorio.

7. Usarla como una extensión del sueldo: Nuestro límite de uso no es el que la o las tarjetas que tengo me otorgan, sino mi capacidad de pago. Si me paso de lo que puedo pagar, seguro tendré que financiar. Los intereses de las tarjetas son de los más altos del sistema financiero, mejor financiarte con otro producto.

Estos son solo siete de muchos pecados que podemos cometer con nuestras amigas de plástico. El manejo asertivo de ellas nos puede llevar por un excelente camino, evitemos pagar de más y nuestras finanzas personales nos llevarán a adquirir lo que sí nos aumenta la calidad de vida.